Si un Diario personal reflejara todo, sería un CalenDario. Por eso estas hojas no guardan los favoritos de una vida, o la conciencia plena (esa voracidad por el presente), sino algunos instantes luminosos, apenas un gesto agónico o un simple pelo que cae entre las letras.
Aunque casuales, esos pelos que caen son míos, porque es Diario personal alejado de más gente, ajeno a posibles mascotas o vientos de agosto.
Son canas que no caen de lleno, como renglones muertos, ni resbalan como peces airosos. Son canas enruladas que surcan el aire y se agarran de las cosas como abrojos o como pelusas que saltan de golpe, sacudidas por una brisa que las obliga a hacer piruetas para aterrizar.
Así vuelan mis canas heredadas de árbol familiar. Aunque traman lazos, las noto capaces de caer planeando como estrellas fugaces, a punto de extinguirse entre la algarabía de toda mudanza y la promesa de cada deseo a cumplir.
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Ph:NS