Si el frío invernal nos trae la memoria del silencio y la quietud, entonces la nevada nos transporta a la memoria de los primeros sonidos.
Hubo inquietud entre los pájaros en la mañana previa: preparaban las alas, limpiaban sus vuelos, rodeaban sus nidos. Unas loras cruzaron con el último grito entre las enredaderas sobrevivientes hasta que llegó la nieve y selló el suelo como manto de ceniza blanca.El tiempo de la mañana siguiente fue de los rayos que queman el aire, de las botas que hacen crujir los pasos de alguien que iba a trabajar. Así llegó la hora de las tazas calientes para peques que no irían a la escuela. La mañana trajo el recuerdo de otras formas de aprender: el cuerpo como en el primer nido de la sorpresa, el llanto calmo después del estallido inicial del mundo.
Ph dentro de la Ph: la Dami