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¿Un hácker entre estantes y solapas? No. Rodolfo Walsh se niega a producir tapones de cera para martillar con su máquina. Si tiene que transformar la maroma de lo oído en canto coral de voces sociales puede encerrarse en la isla o trasnochar en la garúa clandestina.
¿Un graduado empujando ideas y preguntas tímidas? No. Rodolfo acepta el lenguajear estético como filtro, tamíz, mediación legitimada, seductora.
Rodolfo amplía (desarma y sangra) el lenguaje sustantivado de la tecnocracia con las formas dispersas del decir social, en abanico extendido.
Rodolfo muta el habla popular rioplatense cotidiana en unidad-totalidad simbólica de las luchas existenciales del opri.
transforma la letra experimental americana en pluma que dignifica una lengua todavía lúcida.
¿Un retórico entre libros y espadas? No. Rodolfo juega limpio, claro y diáfano, ni es único ni espera elogios postergados por eso renuncia a los beneficios exclusivos de una tecnocracia de élite. "Ser diáfano, absolutamente diáfano", resume.
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