Me llamaba The Last Entertainment
bromeando ante estrellas:
yo lo escuchaba con radar y celo.
Al principio Papi crió una prueba,
un largo metraje de aventuras
que me congeló en su deseo.
Yo, que supe ser un guardián hediondo
de la ciudad de Orlando,
ahora firmaba “Trade Mark”
con mi único sello heredado.
Preso de mi fama,
llegué a poner una sucursal en cada casa,
pero ya no tengo seguro ni firma
que salve nuestra alma.
Soy el último y caí como un ratón:
tan capaz e inteligente
como un verso dominado por el sueño.
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