¿Forcé un control docente?
Cuando quise recular ya había una respuesta tibia esperando:
intenté que no levantara temperatura. ¿Cuánto tendría de herida, cuánto de
preludio de lluvia? Decantar y no decaer.
Había setenta balcones y ninguna flor
en mi lista de aplazados. Probé con un anticipo de desastre y ellas miraron;
cuando giré sentí el murmullo (que me coman el cuero si soy carne de hoguera
pública, que me destierren sin pena, dije). Pero la justicia estuvo divina
cuando dejé la lista a tiro de lluvia. Fue la mejor manera de correr al
poderoso de todo lugar, fue la mejor manera de agradecer a una gotera precisa e
implacable, una carambola del deseo contra un sistema floreado de ideas. Si
moja que anticipe la semilla, dije cuando ya se mojaba la
herida curada.
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