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lunes, 30 de noviembre de 2020

Hay tía

 


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RED ROBADA SU AP, LUCAS. ES ESA CULPA USADA, BORDER

“No hay tu tía”, digo. Este es el diario íntimo del corredor diario, como un ida y vuelta de perro encerrado, como un palíndromo enredado en la rutina de la postal riocuartense.

“¿Y el tío? ¡En la mismísima vaina!”, me grito: conchabado en el Estado basura, en la privada agrandada o encallado en la calle como mi rastreo diario buscando red.

"¡Ah, qué quejido sordo!" ¿Qué hago? ¿Ver el Mundial, sobar al gato, “vivir con ella si la amas”, como dijo el poeta? Opcional no retornable, mis opciones no venían siendo capicúa.

La perfección obsesiva parece esa culpa usada que bordea la toma de conciencia. A los quince creía que era timidez a vencer (“en la fama de barrio no te eches a dormir”, me rezaba). A los veinte, creía que éramos la nada en una veintena de falsas conciencias (“en tu lista estás primero”, me invitaba). A los treinta, creía en otras vías (“mejor que decirlo es hacerlo”, me decía). A los cuarenta, quién iba a creer que la conciencia es conexión, amuleto o apuesta al boleto capicúa del suceder. Pero “hay tu tía”, me digo. Y la veo que viene a barrer el corredor de hojas muertas.

- ¿Para qué barrés, tía?

- Para no demorar al viento.

martes, 3 de noviembre de 2020

El cuerpo obrero. Neura

 


Posteamos Inclusión Educativa y debatimos en red mi moción de conciencia: los selectos hasta ayer abrimos los criterios de selección… hasta mañana. Alguien tradujo: ¿nos ramificamos por cada uno o compartimos el saber y los medios? Votamos Diversidad Educativa.

Sé que no hay una única línea: entre acá y allá ¿cuánto se acalla? Me lo digo como que estuviera en reunión y se cerrara mi turno de habla. Escucho y fuera dejo mi moción (este tiramos que no germina en acción). Hacemos ronda de mensajes. Una vez de vuelta en el Comando a Distancia aseguramos que somos todos o ninguno (hay temores infundados, lo supo la criollada colonial con la corona lejana). En el horizonte se abren vías y dos o tres personas avanzamos en espejo: replicamos la pregunta ¿hacemos aulas heterogéneas o heterogeneidad de aulas?

A propuso el aula virtual, B el vínculo en redes y afectos, que A no niega. Pero C ya envió la Encomienda Situacional Asistente en desacuerdo con D, del aula de Aislamiento Comunitario en Cuarentena que comparte con B. Cuando votábamos se cortó la luz. Llegaron más tarde, la luz y los mensajes de los cursantes: ya estaban trabajando, aunque sin justificar los medios.

La noticia corrió viral sobre nuestros cuerpos. Rasguños y dignidad aparte, cerramos sesión segura.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Palabras de Marta III

 

- Está bien – dijo – ahora estás en otra cosa. Cuando uno busca tiene que salir y mirar. Según yo, vos tenés un potencial que nosotras vimos, ¡lo vimos! y dijimos “este chico tiene que estar acá” ¿Por qué te lo digo? Igual ya lo sabés: que en tercer año de la carrera hayas puesto todo lo que habíamos estado pensando y probando, y discutiendo en congresos donde nos miraban como si metiéramos las patas en las fuentes de la literatura. Todo eso estaba en tu trabajo y ya habíamos leído un montón de buenas monografías pero había en la tuya una lectura tan clara y convincente del Facundo y Feinmann con los dos demonios que vimos ahí eso que dice Bourdieu, escucháme, Luquitas, que la subversión cognitiva y la subversión política van de la mano. Vos sabés de qué te estoy hablando, no me refiero a escribir lo que pensás de la Universidad, la vida o la Cristina (ni quiero saberlo) sino a la literatura: “ayúdame a mirar” le dice el hijo al padre cuando descubre el mar, cuenta Galeano. Ahí está nuestro lugar - sentenció. Vas a viajar y vas a buscar, claro, acá puede ser asfixiante, ya te digo que mientras yo no me jubile conmigo vas a tener con quien trabajar… desde donde puedas (investigación, tu biblioteca, la docencia), porque acordate de que se empieza con lo que se tiene, no inventamos nada, como dice Macedonio: “las cosas no comienzan cuando se las inventa o el mundo fue creado antiguo”. Pero sí podemos, y es lo último que te digo, podemos cambiar la mirada, podemos habilitar una palabra donde había silencio y soledad. Andá nomás y te deseo lo mejor: palabra de Marta.


 

lunes, 31 de agosto de 2020

Mickey

Me llamaba The Last Entertainment

bromeando ante estrellas:

yo lo escuchaba con radar y celo.

Al principio Papi crió una prueba,

un largo metraje de aventuras

que me congeló en su deseo.

Yo, que supe ser un guardián hediondo

de la ciudad de Orlando,

ahora firmaba “Trade Mark”

con mi único sello heredado.

Preso de mi fama,

llegué a poner una sucursal en cada casa,

pero ya no tengo seguro ni firma

que salve nuestra alma.

Soy el último y caí como un ratón:

tan capaz e inteligente 

como un verso dominado por el sueño.


domingo, 30 de agosto de 2020

El cuerpo obrero. Brillo


 

No queda ni una página para corregir. Es el rumbo que tomaron las cosas. Cuando entrábamos en ritmo nos mudaron las aulas, después tomamos las calles.  "Basta de fórmulas, basta de anatomía binaria", se gritaba. Yo entraba y salía como canal pactado. Así y todo, mandaba mis líneas en un mismo sentido: "armemos con valle-montaña un biombo, un cobijo para la palabra abrazada". 

Otros fueron más directos con el miedo y la guardia. Hubo turnos para pausar la máquina, hubo ollas y cama caliente. Todo eso pasó entre semanas y recordó la tendencia.

En una vos pusiste el cuerpo que prestabas, finalmente mensajero de las estrellas menos pensadas. En medio de la grabación lanzaste un sticker y un aullido a los saltos. Ahí vos, vos mismo, entraste al cubículo de tus propios espejos, maquillado de brillos, trans-misión en vivo: nada para corregir sobre el cuerpo de las cosas.

viernes, 24 de julio de 2020

Vía vía



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¿La vía o la explicación de la vía?, ¿el viaje o su diario?

Lengua bola le llaman las abuelas a la del bebé en sus primeras semi-vocales. La vía-bola en el diario-bola, sería lo que escribo cuando escribo. Como esa lengua que en los primeros sonidos canta satisfacción o urgente necesidad, sin grises, y un tiempo después canta, de memoria, un remake del abandono; así, como esa lengua se escribe el diario trivial, pero vívido, introspectivo pero cocinando algún tipo de aventura narrable, sin que falte ni sobre aventura narrativa.

Comienzo un canto con la fábula del no-ser-de-la-pampa-auténtico, aunque chato y horizontal crezco. Enseguida me pregunto: ¿cuál es el valor de lo que no me atormenta?, ¿cómo se decide volver o irse? Mis palabras caen en hueco, una laguna brutal y mental. No puedo recuperar dos frases atrás. No puedo cantar las cuarenta. Estiro las líneas como chasqui mojado, estorbo las postales con sonrisa vaga pero no claudico, no me apeno.

Cualquiera diría que al final no aprendo nada. El tránsito por una experiencia es sin viaje de vuelta. Todo comienzo es mi novela por entregas que no alcanza a finalizar temporada. Pruebo iniciar otra y resulta lo mismo con matices diversos: un largo viaje como amauta sin nación detrás, apenas un culto impreciso, un ídolo de plástico o una promesa de reencuentro en cierto festejo lunar.

¿El viaje o un chiste mal explicado? Dirán que como prueba basta un botón de otro auténtico no-ser: si yo fuera de Boca iría a navegar por los lagos de Palermo para empaparme las manos de dios rubio. Y aquí estoy, tan diablo rojo.


martes, 7 de julio de 2020

El cuerpo obrero: no-viral


Mientras otras danzaban entregadas a Dionisio
las hijas de Minias tramaban cantos.
 
Soñé un panel de voces que se arrimaban en la noche a mostrar, cada una, un modo de hablar íntimo, personal. Se acercaban y daban presente. Yo entre pasillos acomodaba la mesa: cada pata sobre su tabla, cada tabla sobre su cuaderno y así los cables. 
No alcanzaba a oir el corazón de la palabra en cada plexo pero había en el aire un llamado sutil como cascabel o llamador de ángeles: de un panal de voces que se entramaban de común acuerdo surguían lenguas como pies contra pierna, brazo contra pecho, vista contra pelo y así las bocas.
Yo cruzaba los dedos para que un murmullo entre tanto eco mordiera partitura o corriera el tiempo de lugar. Sin embargo, panel o panal, el eco multiplicaría una autoridad suspendida que no podía aplicar un mismo efecto a tantos rostros. 
Con el cuerpo entero encandilado, no esperé la novedad de vacías listas. Dije: si gritan aplaudo, si aplauden niego, si resisto quemen barcas y así dejaremos las aulas y así las comunas nos emanciparán.

sábado, 27 de junio de 2020

El cuerpo obrero. Manos




Renuncié al corazón de la palabra: ya no tomo de sus archivos metáforas sin suelo, ya no elevo con sus ansias batientes la voz firme del acto verbal.

Mientras crecía, imaginaba que el tono justo de un grito bien empuñado era un avance para todos, aunque las masas, a cambio, renunciaran al verbo, decía.

Entonces creía que liberaba una jaula de pájaros en la niebla pero caía en mis ecos: respiraba profundo para no ahogarme y terminaba navegando ciego. Olvidaba en mi sordera que el inconsciente también es político.

Ya que en cualquier “Yo” me enredaba hablaría con las manos: en cada dedo un verso, en la palma abierta un camino, una flor para mis muertes en cada lavado.

Por fin así, en la renuncia y el devenir de cada gesto, logré encontrarme disponible, mano a mano en una lengua a contrapelo.