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viernes, 24 de mayo de 2019

Cómo narrar el pánico


¿Cómo narrar el horror?

Dos espirales de sentido se tocan en versiones del sujeto estético: allá viene una historia del día en que la mujer del moñito de Tere no fue víctima sino conmoción de géneroviolencia. Acá, una del guión para hacer visible la violenciadegénero en Bombara o Cabezón.

En estas clases, en este muro de block, donde se pinta una versión de la clase, se usa andar leyendo para convocar a la palabra profana: así leemos entre pausas y despistes el cuento moderno La mujer del moñito de María Teresa Andruetto en edición clásica de Pan flauta, colección de culto en Editorial Sudamericana, edición ilustrada por Patricia Melgar, brillante hacedora de una cabeza de dama cayendo por las escaleras. Adivinaste: acabo de hacer spoiler acentuado por la dispersión, pero el cuento escrito como cross a la mandíbula, versión en cachetazo al lector de la poética de Roberto Arlt, fue parido para eso. Si lo logra una vez más, es mérito de cuento y escritora construir un sujeto estético que suspende al sujeto político: hay un golpe no solo emocional (¿será un descanso, será un respiro?) que apela a la conmoción y suspende la militancia de género, la lección sobre el consentimiento que el caballero moderno ignora y el lector actual pudo poner en pausa.

Adivinaste: la otra cara es el guión, la puesta en códice de una narración posible del horror de las víctimas de violencia de género en La chica pájaro de Paula Bombara.

Para un Piglia, para un posguerrero del siglo XX, la pregunta inicial es la única formulación posible del silencio de la respuesta. Casi cuarenta años tarda el cross en cachetear a la inversa: sembrando escenario posible, mostrando un juicio posible sobre el horror y sus ritos, sobre la violencia y la justicia: Bomba-ra explota o Cabezón Cámara escandaliza pero de seguro (cualquier silencio es prestado) ya no hay vuelta atrás en lo narrable. Si crece un efecto de conmoción reside entre polos de justicia poética: cachetazos no faltan mi lecto, pero la pausa entre lo posible y lo lejano sobra para botón pánico.

sábado, 18 de mayo de 2019

Hoy la escuchaba

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Hoy la escuchaba a la profe e imaginaba una escena (reunión) en que se expande la bestia (poder) magnífica (verdad) de las sociedades (territoriales) postindustriales (del deseo). Entre paréntesis pensaba: parece que no hay poder que se resista al dominio lingüístico y, en su investidura, no invoque una forma del decir, muchas del callar.
A veces es un poder muleto, contraído, terco, que se atreve a decir en balbuceo la guerra (caldo de cultivo para la cresta de la ola). Y ahí aparecería la ironía del contrapoder: su violencia repartida (palo a palo). Pero hay más caminos en las viñas, Sr. David: también podría emerger la parálisis de la meta-crítica desarticulada (cavando fino, hilando hondo).
No menor sería la afluencia de una pacífica galería de variedades: artísticas del cuerpo total fluyendo; práxis en culturaleza campecha (ya se sabía, todo dicho); solidaridades del momento justo (que choque, que encuentro, que tiemble entero el Centro).
A veces, un registro menor, un esfuerzo de letras apretadas (digitopuntura entre plaquetas reseteadas) podría oír el balbuceo y actuar entre espodumeno (mineral) y acta (fibra de eucalipto), entre café (puñados de arcilla) y risitas (quarks de lujo), un foro donde la tramoya montara su templo y desmontara a su dios o, al menos, que en el paso al costado la profe en acecho no peinara cabezas ni dictara corazones sin tender el alma a los dioses.

jueves, 9 de mayo de 2019

Bendición para lectores y no lectores

Plegaria o bendición imaginada por Gustavo Roldán ¡y leída por él mismo!
Como en los cantos tradicionales que piden protección para viajeros, hogares nuevos o recién nacidos el Dragón nos desea el alimento vital.

Bendición de Dragón