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domingo, 24 de abril de 2022

Yo no tuve

 

Yo no tuve un amor temprano con el mar como tantes. Mediterráneo y cercano a la idea de sierra, montaña o loma, y sólo mudando tierra mientras el sueño de alguien más me acompañara, visité el mar en ocasiones, afirmando mi no-afecto, mirándolo mal.

Ahora tuve que elegirlo, primero en algún tipo de sueño donde el mar fuera un rastro, donde dejara alguna huella sin manifestarse frontal. Lo soñé en acantilados donde olas como flechas dejaban espinas clavadas, lo soñé en el sonido de las espumas de un lago.

Pero que el mar fuera un motivo para erizarme era cuestión de encuentro con su llamado o de iniciación ritual. Pienso que de esa ceremonia está hecho un viaje antes que de mapas o kilómetros: pienso que algún residuo ancestral estará latiendo en arenas que no son de Vinaroz o Valencia, porque no importa demasiado la genealogía literal, sino que los caminos son misteriosos porque son caminos.

En ese vértigo del agua como nuevo afecto pude andar el camino sin pedirle explicaciones, entregado a sentir mi piel como coraza o como líquido salado y corriente, a sentir las temperaturas hermanadas del mar y mi sangre en el mismo instante en que un impulso interno me hacía correr, nadar o latir a un ritmo de vaivén entre mar y tierra, entre las aguas primeras del vientre y el llanto breve de la soledad madura. En ese camino un amor como tantes se inaugura.

domingo, 10 de abril de 2022

El cuerpo obrero. Corazón

 


Postal para mí al lado de ustedes. Si hay un dios adentro que maneje editor de fotos, que tenga experiencia en teletransportaciones o corte y pegue a mano con prolijidad.

Recibo su postal en cualquier casilla. No estaré del lado exterior de las cosas cuando brillen sus voces queridas: ninguna voluntad quise conquistar con sangre y verso como para homenaje en primer plano.

Miren, sólo así, abriendo este portal exagero la guía pedagógica que quiero brindarles: cuando llegue la imagen la mostraremos en la mesa, así se sumará una copa en alto desde este lado interior.

Cada cual quizá en su memoria almacene y expanda una versión similar de la huella que dejamos: su lado interior de la moneda o una expresión rítmica precisa. Eso será todo un ritual pero seguramente no estaré ahí cuando enfrenten al Gran Enigma, a la Sombra Madre o, incluso, a la emoción doméstica del calendario. 

De este lado de las cosas, yo estaré forjando mi propia postal.