Páginas

viernes, 19 de abril de 2019

Bienvenidos a este Fakebook



Bienvenidos a este FAKEBOOK

No es un saludo convocante ¿verdad? Me explico por qué empecé así. Tuve que abrir mi primer correo electrónico cuando estudiaba el tercer año de la Universidad. Por entonces Marta me veía como a una joven promesa entre las promesas de una juventud que promediaría entre consumo desahuciado y conciencia crítica del consumismo: eran los tiempos en que la globalización construía servicios para jóvenes, servicios útiles, prácticos, para inscribirse en la Aldea Global. Yo mandaba así un trabajo a un Congreso de Literatura: usaba el e-mail como paloma mensajera. Años después una notificación en el mismo e-mail me avisaba que tenía una cuenta de Facebook a la que accedí para verme (sin mi consentimiento para mostrarme), en foto viva, cara a cara con mí mismo.

No era un nuevo servicio "predictivo" de los intereses que mi perfil de consumo mostraba en la Gran Aldea Global, Hermano, no. Era algo más familiar pero no menos falso: una broma de amigos para convencerme de compartir a distancia lo que parecía que no compartíamos al vernos. Esa distancia y esa presencia "fraguada" ya insinuaban la lógica de un espacio que promediaríamos en el uso actual de redes sociales:

# entre el novedoso reciclaje de manipulaciones políticas y las esperanzas narrativas de "los nadie";

# entre el suelo genealógico ampliado y la seducción del anonimato;

# entre la fácil continuidad de la clase y la simulación de gustos compartidos.

Con todo, acá estamos bienvenidos, como dice un amigo portuario, le hicimos un "entre" al plato y ahora retozamos, bostezando entre amargo y amargo.

Buen provecho

viernes, 5 de abril de 2019

La lógica de persuasión


220
 

La lógica de la persuasión y el slogan niegan una buena parte de la sabiduría popular. Cada año se corre la coneja publicitaria tras las potenciales masas críticas: “Inscribíte acá”, “Conocé nuestra oferta académica”, “No dejes tu futuro para mañana” (sic).
Pero la sabiduría popular a veces responde a sus creencias antes que al diseño tecnocrático: “todos los caminos conducen a Roma” o “los caminos del Señor son misteriosos”, se dice.
Dolores limpia en casa cada tanto, organiza la ropa, repasa de arriba a abajo los muebles y recuerdos, cuida o juega con las nenas, trae huevos; a veces compramos miel a medias.
No sabremos si eligió estudiar solo porque tuvo la información necesaria. Sospechamos que decidió acompañar a sus chicos con su ejemplo, o que necesitaba salir un poco: de casa propia (Eva) a cuarto propio (Wolf). Pero seguramente escapó a la estrategia de marketing el dato de que trabaja en casas de maestros o bibliotecas, que sabe del monte como Una. En fin, la rutina burocrática es soberbia, no sospecha que los mismos caminos que llevan a Roma también expulsan de ella. Tampoco puede ver con sus mapas las rutas clandestinas del contrabando imperial.