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martes, 19 de mayo de 2020

El cuerpo obrero. Pecho




Es la remera de BEAT y yaestá. La compré así, sin estatuto de oficio, no para parir cada elección a la luz de la Verdad Primera: a veces hay cortes entre tanta luz, no alcanzan las velas y hasta las baterías se cansan de almacenar fotovoltaica.
Yaestá. No es profesión full time llevar el hábito de meter bocado y participar en una baldosa, menos que menos opinar en cada una de ellas. No es la remera del disco de la banda tatuada en segunda piel: King Crimson a demanda en el pecho sudaca. Tampoco es, como creeríamos, una sugestiva mención del movimiento emergente en la entreguerra del norte, antesala del hipismo, abuelo del look hipster.
La compré para quemar verano (cuello en V, manga muy corta, 100% algodón) y no para laburo de cerebro que hilvana mundos entre subjetividades encendidas. La compré en su obsolescencia de mercado: materia prima extractiva, trabajo esclavo en sur, venta en otro sur, feria americana en barrio norte, etc. La lección del maestro es su reacción en cadena: es la remera del verano y yastá, para él, el territorio marcado en calendario.

martes, 5 de mayo de 2020

Tener expectativas


"Sólo puedo imaginar a partir del conocimiento que los mayores me impartieron. Y al fin, ¿para qué sirve lo que sabemos? Solamente sirve para imaginar lo que ignoramos.
Y entonces imagino"
De Liliana Bodoc, Oficio de búhos




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Tener expectativas convencionales en poesía no es lo mismo que solamente interpretar a partir de lo que al lector le pasa con un poema. En el diálogo entre texto y lector las convenciones atraviesan la lectura.

Por ejemplo, el poema Nanas de la cebolla de Machado habla del que sufre hambre (el Lazarillo y el Buscón también lo hacen y sin embargo en estos últimos podemos reírnos de sus “tragedias”). Si hoy leo un poema sobre el hambre me acuerdo de que ya es hora de preparar algo para comer y dejar de escribir un rato. Pero también pienso en el Otro desde la actualidad, pienso en cómo hablan los discursos hegemónicos sobre el hambre: ¿muestran la “miseria” del que sufre desde el confort de los móviles de TV?, ¿muestran un desfile de modelos “moldeadas” por el consumo machista, un desfile glamoroso “a beneficio” del hambre en el Impenetrable?, ¿muestran las grandes discusiones ideales sobre la Argentina país productor de alimento incapaz de actuar para satisfacer su necesidad primaria de alimentar/abrigar/dignificar al ciudadano?

¿Puedo aislarme de mis expectativas? Sí, pero entonces haré una lectura temática o relacional a nivel interno del poema. 

¿Pero si a mí el texto me habla íntimamente, más allá de las convenciones? Podré autoconocerme, podré afirmar mis afirmaciones circularmente. Para dar cuenta de manera más amplia e imaginaria de la producción de sentido, de los sentidos que puede convocar un texto, también puedo acudir a las huellas que justifican líneas de interpretación (ahí vale reconocer que hay figuras, ahí vale probar mi escucha íntima). Entre esas huellas circulan las expectativas que nos impartimos y sus chispazos en la imaginación colectiva (claramente, lo que no activa al texto es hacer solo un catálogo de figuras retóricas: hambre estadístico). Si hoy leo un poema sobre el hambre me acuerdo del texto de Schujer que la cuarentena liberó para liberarme a mí en la imaginación de lo que ignoro.