¡Ya estamos en
2021!
Cuento esto por carencia,
por solidaridad, ¡por gusto! En una línea voy intentando registros de lo
posible; en otra, voy registrando mis bajas trascendentales. Yo las vivo así,
aunque no fui la selva espesa o el monte llamador, aunque no fui París ni el
aguacero.
Llueve firme, es cierto,
pero es un tímido aleteo de pichón. No se compara con lluvia recia de un Enero
al Sur o en ciudad-luz, no es como para pedir portal entre ruegos.
Últimas semanas de
enero 2021
Hay otros motivos para
sospechar mis abandonos vitales, de ayer a esta parte. Digo “ayer” como inicio
acordado, como quien dice “fue una mala época” o “despertamos de 500 años de
silencio”, porque medir el tiempo en el ritual del tedio, en el paréntesis
entre estar solo o reunirme distante, es como medir las normas que regulan el
deseo y la comunalidad.
No pude terminar esta
línea ahora (¡ay, Cortázar!), Si se
pudiera decir yo vieron subir la luna o nos me duele el fondo de los ojos.
Lo dicho escrito está, aunque no me respaldara el escritor.
2 de febrero 2021
Hace años, aislado de mi
sopor me embanderé en el beso. Busqué en Ley de Capitales que un solo labio
individual alcanzara para arrebatar los brazos hacia su reflejo, pecho a pecho:
solo encontré mal mirar entre ceja y ceja. Busqué en Estado total de liderazgo
que bastara con abrir la boca para sellar el beso común: fingían los carteles,
mechaban fieles a capricho y yo me fui a comprar en un mercado de valores negro
(a mitad el precio, la calidad reacia).
15 de febrero 2021
Pasaron años de búsqueda y
pasaron días de escritura (en blanco).
Si pudiera decir la
palabra “ahora”, diría que busco en este presente, consagración ritual mediante
(lectura de Carta, gimnástica del yogui, visión de planta en tierra) una
formación social, callejera incluso, del beso: no es una imagen rúbrica nomás,
no es un lugar sexual ni amatorio solamente. Hablo de un beso vecino, de un
besar obrero: a cada día y con derecho.
8M 2021
Darle tiempo a la sospecha de que entre parises y
aguaceros el beso en sí ya está dando frutos: lo vieron en serranía frenando
fuego con árbol nuevo, lo llevan a la calle donde duele la ausencia de ellas,
incluso yo lo viví saltando paredes de cuarto propio con “hasta acá llegué”,
“me invento de nuevo”. Da frutos a puerto de otra agenda menos urgente, más
presente.
20 de marzo de 2021
Me releo con distancia
(días, páginas, calles) y pienso que no lo puedo decir con palabras más
simples: para eso está el otro diario con sus titulares a fuego, fotos-montajes
y recortes. Ya no podo mi búsqueda como si quisiera cosechar pureza. Solamente
dejo que crezca lo que nace mientras haya un lugarcito pa dejarme vivir
coleando.
Ahora sí recuerdo lo que
no recordaba cuando el tiempo se me había borrado. Entre sensaciones de
abandono y lluvias a flor de piel, los besos de la memoria presente me hacen
encantamiento. Si se pudiera decir yo vi contar miles de historias… de
carencia, solidaridad, de imaginación y de goce, etc.
Si se pudiera decir: “hay
una boca de la literatura…” O mejor así: “hay un beso de la literatura” que me hace bailar la sombra.