Lógica
No hay un juicio final.
Somos testigos de nuestro propio desbande:
ahora el pan ha aumentado
y no se consigue la sal de las señales
en las librerías de turno.
Ni hay válvulas de escape.
Somos polvo en cruce de espejos,
en caleidoscopio que una mano gira:
cuando la mano duda nos afirmamos
en nuestra propia sombra.
Por lo tanto hay esperanzas.
De pronto, recuperamos aliento:
soñamos que somos una partícula
de nuestra misma lógica final,
girando la mano que gira la lente.
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